Esta es la nueva era de las esmeraldas

La actividad profesional de Óscar Baqueroha girado siempre en torno a las esmeraldas, principalmente desde la exportación. Fue por más de dos años Presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Esmeraldas (Acodes), para luego asumir la presidencia de la Federación en el 2008. Cuenta con una visión muy amplia sobre el sector, tanto desde su pasado como sus oportunidades en el futuro. Por ello afirma con convencimiento que el gran reto es que este se convierta en una industria de gran envergadura, “con todo el potencial para lograrlo”.

En entrevista con Aprecol.com, Baquero hace un amplio recorrido sobre la labor que ha venido desempeñando Fedesmeraldas en el sector, explica por qué esta industria está entrando a lo que él denomina “la nueva era de las esmeraldas” y las acciones que se están llevando a cabo en materia de formalización.

¿Por qué se dice que en la actualidad el país está entrando en la nueva era de las esmeraldas?

Hace alrededor de 15 años, la minería se venía haciendo de forma artesanal. En este momento y en muy corto tiempo, la minería y el comercio de las esmeraldas, así como la regulación y la institucionalidad minera, han cambiado.

Estamos en un periodo de transformación en materia de esmeraldas y por eso es una nueva era. Una de estas transformaciones es la trazabilidad; los mercados internacionales les están exigiendo a los proveedores que demuestren que las esmeraldas que se extraen no vienen de un conflicto armado, que no se están usando para lavar activos, que no están financiando el trabajo infantil, entre otros aspectos. Para ello, Colombia cuenta en la actualidad con una herramienta llamada Rucom (Registro Único de Comercializadores de Minerales), creada precisamente para abordar estos temas.

Por otro lado, el sector se ha vuelto lo suficientemente atractivo para que llegue inversión extranjera, lo cual también es nuevo. Antes la minería de esmeraldas era desarrollada solo por colombianos; para nadie es un secreto que había problemas de violencia e inestabilidad en la región, razón por la cual nadie quería invertir. Ha habido entonces una importante transformación.

¿Por qué se da esa transformación y cómo puede hoy percibirse?

En los noventa se consolidó la paz en la región y las minas comenzaron a desarrollarse. Esto implicó que se transformara la legislación y llegaran empresas privadas, con capital extranjero. Desde entonces el sector ha estado en un constante cambio.

Hoy, por ejemplo, Muzo tiene 1.300 empleados formales, y se está inyectando capital en investigación y en trabajo social. Recientemente salió a la luz el compromiso de entregar alrededor de 250.000 dólares en los últimos títulos para que haya más inversión social en la zona minera. La empresa canadiense Fura tiene en este momento 200 personas trabajando con todas las de la ley. Estos son apenas algunos casos.

“Hay más asociaciones de barequeros, de mineros, de comerciantes, etc. Todo esto hace que haya más fortalecimiento institucional, que haya una presencia social diferente y que el Estado nos mire de una manera distinta. Todo esto reunido es lo que llamamos la nueva era de las esmeraldas”.

¿Qué otros aspectos definen esta nueva era?

Aparte de la inversión extranjera, esta nueva era viene con procesos tecnológicos, como el Centro de Desarrollo Tecnológico (CDTEC). Los mercados nos están exigiendo cada vez más que las piedras sean mejor talladas, que haya buenas prácticas de inversión y que, además, haya un tercero que lo verifique.

Otro aspecto relacionado con esta nueva era es el propósito que tenemos, junto con APRECOL, de obtener la denominación de origen para las esmeraldas colombianas. Debido a su calidad y a su condición única, estas piedras preciosas merecen ser protegidas con su marca. Hay una nueva generación de jóvenes que están al frente de esto.

Por otro lado, hay más integración en el sector. Hay más asociaciones de barequeros, de mineros, de comerciantes, etc. Todo esto hace que haya más fortalecimiento institucional, que haya una presencia social diferente y que el Estado nos mire de una manera distinta. Todo esto reunido es lo que llamamos la nueva era de las esmeraldas.

¿Qué proyectos o estrategias llevadas a cabo por Fedesmeraldas en alianza con APRECOL destacaría?

Desde hace dos años venimos gestionando con APRECOL la construcción del hospital de Muzo, que es una inversión que está haciendo el sector privado, el municipio, la Gobernación de Boyacá y Fedesmeraldas. Se trata de un proyecto de más de 10.000 millones de pesos: las empresas privadas donaron el lote en Muzo, la Gobernación contribuyó con alrededor de 3.860 millones de pesos, el Fondo Nacional de la Esmeralda otros 3.860 millones de pesos, y el resto de la financiación está a cargo de dos compañías: MTC y Esmeraldas Santa Rosa.

Por otro lado, entregaremos a finales de enero una remodelación a un colegio de más de  300 estudiantes en el colegio del municipio Macanal, cerca de una zona de influencia de minería de esmeralda.

Estamos realizando además un proyecto de trascendencia para la región: la creación de un puesto piloto para la recuperación y transformación de los estériles que salen de las minas. Esta iniciativa hace parte del trabajo que hemos venido haciendo los últimos dos años de lograr que la actividad de la guaquería se haga formal y le ayude a las comunidades a tener a través de ella salarios dignos y que su labor de recuperación secundaria de estériles no sea tildada de ilegal. La legislación en este aspecto se queda muy corta. Por ello, junto con APRECOL, le hemos apostado a esta estrategia.

Por último, hemos desarrollado proyectos productivos en la región, como la entrega a la comunidad de tostadoras de cacao, panaderías y centros de textiles, esto con el fin de buscar una reconversión para las personas de más bajos recursos que ya no pueden vivir de la guaquería.

 

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